Impotente

Mis manos se golpean nuevamente contra la dura capa que te rodea, esa concha de metal que creaste...

He intentado debilitarla por todos los medios a mi alcance: deshacerla, derretirla, quebrarla, cortarla, lijarla... pero ha sido inútil mi esfuerzo... tu cubierta es muy dura, y no logro regresar al corazón que cerraste.

Impotente me alejo, y si no intentas detenerme será para siempre, sin derecho a arrepentimientos.

Ahora me toca a mí cerrarme el pecho, que ha dejado al descubierto mi corazón por tanto tiempo. Pero ya es tiempo de protejerlo, no es sano que luche sin armas contra la dura corteza que guarda tus sentimientos.


Ato mis manos
protegiendo mi pecho,
cuidándolo celosamente
antes de que se escape contigo
y termine desapareciéndo...

Saboreando...

Dulces olores se entremezclan, unos más suaves, otros fuertes, unos un poco más ácidos... pero todos sabrosos, exquisitos, que me hacían la boca agua.

Suaves hebras enredadas se deslizan entren mis dientes, ácido y dulce se combinan... amarilla pulpa, carnosa, sabrosa... delicioso mango de suave y multicolor cáscara... mezcla de tonos cálidos.

Refrescante sonido emiten mis dientes al morder su rojo interior; jugosa, con suave y dulce sabor, exquisito manjar... trocitos de sandía recorriendo mi paladar.

Ácida y dulce, jugosa pulpa y seco corazón, ruda cáscara y suave interior... cuantas riñas le remite esta piña a mis sentidos.

Crujiente sonido provocado por mis dientes al despedazarla, saborearla, disfrutar de ese dulce tan seco, tan duro... fragmentos de manzanas multicolor que adornan mi plato.

Dulce y empalagosa, pegajoso líquido que cubre de amarillo los demás tonos de mi entremés... deliciosa miel que cubre mi preciado desayuno: Una deliciosa ensalada de frutas...

Palabras

Por mi ventana se filtran
destellos, rayitos de sol
como nuevas ideas que iluminan
mi mente, plagándola de ideas.

Y como pompas de jabón
uno a uno se revientan en el aire para siempre mis pensamientos,
se pierden en la inmensa extensión celeste
que me envuelve esta tarde.

En blanco,
mi mente es una mezcla de palabras incoherentes
sin sentido,
intentando ser interpretadas por mis manos,
sin lograrlo realmente...

Decido asomarme a la ventana,
y perpleja miro el atardecer...

Ya no ocupo más palabras...

...

Disertando sobre
si tus aguijones
me hieren o
me mantienen viva...


Elucubrando sobre
si tu veneno
me destruye o
me despierta...


Descubrí la incertidumbre,
base de todos mis miedos,
que se ha convertido en el pilar
de todas tus verdades.


Incierto se torna
nuestro futuro camino
borroso, rasgado,
por las uñas del olvido.

Ladrándole al llanto

-¿Cómo estás?
-Algo enfermo, pero bien, pensando en ti. ¿Y tú mi amor?
-Anhelando verte...
-Lo sé, yo también te extraño... te amo
-Yo también te amo

Y ella rompió en llanto. Aún imaginaba que él la llamaría, inventaba conversaciones que nunca pasaron... y que indiscutiblemente no iban a tener. No aceptaba la partida, el fin.

Unos rasguños en su puerta le hicieron olvidar por un segundo su tristeza, la puerta se abrió y su perrito le saltó en los regazos, mirándole con sus grandes ojos azules, ladrándole que sonriera...


Ella se levantó del suelo, se cambió de ropa, se peinó y salió a la calle, a sonreirle al mundo un rato sin importar lo que aún estaba sintiendo... Cuando menos, el aire en su cabello le limpiaba el alma, y secaba las lágrimas de su pecho.

Balada...

Te susurraré una balada al oído
de esas que a mí me encantan
te cantaré una de las que te gustan,
la nuestra...

Te invito a que bailes conmigo,
dancemos despacio sobre el viento
y no te preocupes por tus dos pies izquierdos
porque en el aire no hay tropiezos.

Nos arrullaremos en ésta canción
soñando con caricias y besos
entrelazando nuestros cuerpos
culminando con el dulce
murmullo del silencio.

Nuestra tarde

Estaba segura de que éste no era un buen día, nada malo había pasado, sólo una acumulación de miedos, dudas, complejos e incertidumbres; poco a poco se fue borrando mi sonrisa diaria, mis ganas de bailar... andaba con la cara larga, triste, pensando en demasiadas cosas que no valían la pena, pero que no podía sacar de mi mente.
Estaba segura de que éste no era un buen día... pero me equivoqué, y agradezco tanto haber errado en mi diagnóstico preliminar...


Te vi llegar y salté como una niña, corriendo hacia la puerta antes de que la tocaras. De repente me nació una gran sonrisa en los labios, de esas que nadie podría borrar...
No hubo una gran cena romántica, nos bastó con un almuerzo sencillo... el vino lo cambiamos por jugo, y las fresas con crema chantilly las cambiamos por helados... No hay reglas que definan qué comer o tomar en una tarde preciosa.
¿Hay límites que digan con qué acompañar los besos?
Pues me alegraste el día... y la tarde... y la noche... y la vida...