El pensamiento es confuso casi siempre... y termina confundiéndonos.
Si vivimos un momento bello no falta el instante en que nuestra cabeza nos dice: ¿Todo puede ser tan perfecto? ¡Algo tiene que andar mal!
Si nos sentimos volando entre torbellinos de alegría con alguien, tiene que llegar nuestra mente a cuestionar: ¿Que tiene de malo? ¡No puede ser tan perfecto!
Si alguien es maravilloso... casi perfecto... ahí va "la razón" y te traiciona y le busca el minúsculo defecto.
¿Porqué no nos dejamos ser felices? ¿Porqué nos cuesta tanto desconectar la mente y dejar libre al corazón?