perpetuo romance


Quiero aullarle a nuestra luna un te amo,
empapado del sabor de tus besos,
impregnado del aroma de tu cuerpo.

Me suelto en tu pecho
ligera, libre, sin reservas...
perpetuo romance de primavera.

Desenredo mis sueños y
los trazo con colores vivos,
mientras me envuelvo en un apasionado viaje...
contigo.

Palabras auscentes


Me enfrento a hojas en blanco,
lapiceros a medio usar
y palabras insípidas...

Sólo frases rebuscadas
rebotan dentro de mi cuerpo
como abejas que me punzan desde adentro,
pero no las dejaré salir...

Pienso y pienso en ti, 
mis ojos ríen y lloran según el parpadeo de tus pestañas.
Una suave caricia sincera
me eriza hasta los sueños.

Y aún así... 
no me salen las palabras
que describan mínimamente
lo que siento por ti,
se esconden en los recobecos de la racionalidad
que me amarra, y no suelta mi imaginación.

Se extingue??

Hoy llueve, no hay dinero para salir a pasear así que nos toca quedarnos encerrados y usar la imaginación para divertirnos un rato. No hay duda de que va a ser tarde de películas... nos encanta quedarnos aletargados frente a la pantalla mientras nos cuentan historias. Comemos rico, preparamos la comida los dos, entre mimos y caricias, así queda aún más sabrosa. El clima es frío pero la calidez de tu compañía me reconforta, me encantas.

Hoy hizo sol, el cielo está bellamente azul claro, casi sin nubes. Al atardecer llegas, hoy es un día para salir pero ninguno de los dos anda con ánimos de hacer nada. Yo pasé el día entero frente a la computadora haciendo trabajos y leyendo para la U, mis ojos están cansados y somnolientos. Tu vienes de clases, de pasar por el trajín de la ciudad, caminar bajo el sol, ir de pie en el autobús y sólo quieres dormir. El sol se quedará allá... afuera, junto con la hermosa tarde, hoy no estamos de humor.




Un día sí y el otro no,
somos tan vulnerables.

 Los ratos felices se agotan
porque el cansancio los espanta.

Es como si un leve viento
intentara apagar nuestra vela lentamente.

Cahuita

Se deslizan infinitamente,
una tras otra.

Juegan a perseguirse,
hasta romper en un murmullo de espuma
y desvanecerse entre el coral de la orilla.


El mar es como un niño travieso,
que intenta abrazarme torpemente
y me arrastra en un suave vaivén.

¡Cuidado!
No vaya a ser que el niño se encapriche
y te lleve a vivir con él.