Al verme agachó la mirada, no estaba llorando, no quiso darle ese gusto a él. Caminé hacia ella, la abracé, ahora mi ropa tenía el tinte de su sufrimiento también.

La ambulancia ya venía en camino, la llamé de mi casa al oír los gritos de Ana. Extrañamente llegó rápido, siempre duran mucho.
Le hicieron 7 puntadas en el brazo y dos en el labio. Tenía una costilla quebrada, y su integridad despedazada.
Al día siguiente pasé por las afueras del culto, y él estaba allí. Es tan sínico que aún sigue predicando como si nada pasara, hablando de su Dios, aconsejando a otros... que no tienen idea de la verdad detrás de aquel hombre.
4 Reflejados:
(...), no estaba llorando, no quiso darle ese gusto a él.
Permíteme que me quede con eso.
Con los lavados, la ropa se va destiñendo.
Un beso, Nayu :)
Esto se aleja de tus reflexiones habituales. Es una buena incursión en el relato, y a buen ritmo.
Ojalá nunca hubieran realidades como estas que descubrir, que fuesen sólo malos sueños o ilusiones desesperanzadas.
Besos
por dicha, esto no es autobiográfico!
Pero que pasa, pasa...
En efecto, me gustó mucho el relato tiene unas frases bellas, y un ritmo bien amigable para leerlo....
Avanti con esas letras!
:) que suerte que a mis lectores más frecuentes les gusten mis arrebatos de escribir historias...
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